Para quien disponga de ese valor en alza que es el tiempo y quiera escabullirse del sopor veraniego, le proponemos un recorrido impresionante de un par de horas por el Cañón que forma el rio Talegones entre Lumías y Torrevicente, que puede hacerse sin dificultad en cualquiera de los dos sentidos, y en el que a lo largo de casi siete kilómetros nos vamos encontrando en cada curva del camino con ese pais feraz, mágico, humedo y sorprendente que nos escatiman las guías turísticas, que va cambiando de panorámica a cada paso, siempre encajonado entre paredones rojizos.
Una sinfonía de colores y millones de sonidos que nutren el silencio, nos llevan por entre carrascas, fresnos, mimbreras, chopos, arces o quejigos, encontrándonos manantiales de agua cristalina, escurridizas regaltenas, buitres, aguilas, alcotanes y cernícalos. Nada es improvisado; la biodiversidad es el trabajo constante e incesante de la naturaleza y del ser humano. Todo es vulnerable, tus pasos alterarán la rutina de este espacio. Procura dejar todo tal como lo encuentres.
En todo el recorrido se encuentran tambien abrigos rupestres con algunos grabados y los que saben mirar estas cosas cuentan que tambien se ven algunos monumentos megalíticos. A un kilómetro y pico de Torrevicente, a la derecha si vamos hacia Lumías, hay un cerro al que llaman Castilviejo, en el que pudo estar el fuerte del que hablan las crónicas, escenario de la Batalla de Torrevicente, donde Almanzor venció a su suegro Galib y de otra batalla en el mes de julio del 981 donde murió el rey de Navarra, Ramiro Garcés, también luchando contra Almanzor, al que por algo le llamaban El victorioso. No se acaba aqui el guiño a la historia que nos hacen los nombres de los parajes, pues como a 800 metros al noreste de Torrevicente, hay otro cerro llamado El Torrejón.
A finales del verano se recoge el té de risco que nace en las grietas rocosas y que los vecinos toman en infusión contra los dolores de barriga, indigestiones y otros trastornos gastrointestinales, para llamar al sueño o al apetito, aliviar catarros, hinchazones y pequeños males. Es una planta mágica, cuyo nombre culto es Chiliadenus saxatilis o Jasonia glutinosa, que para que sea provechosa deben recolectarse solamente tallos y flores, cuando estas están secas, cuidando de dejar siempre las raices en su sitio. El recolector debe tener cuatro abuelos nacidos en un radio de dos leguas. Si son tres, dos o uno los abuelos autóctonos, la planta va perdiendo progresivamente sus propiedades. Si el recolector no tiene vínculo alguno con la tierra, no se arriesgue a trepar por el risco porque no hallará ningún provecho consumiéndola, y si además la arranca fuera de tiempo le puede provocar una molesta gastroenteritis, vulgo cagalera.
Publicado en De la parte Berlanga, en julio de 2008
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